El implante dental es un producto sanitario diseñado para sustituir la raíz que falta y mantener el diente artificial en su sitio. Habitualmente tiene forma roscada y está fabricado con materiales biocompatibles que no producen reacción de rechazo y permiten su unión al hueso.
Se realiza cuando se produce una perdida dental.
El procedimiento consiste en, primero de todo, realizar un diagnóstico del paciente para elaborar una propuesta de tratamiento. Las pruebas de diagnóstico incluyen diversas pruebas de imagen como radiografías o escáneres. Después, se hacen modelos en escayola del posible tratamiento y con toda esta información se planifica la cirugía.
La intervención se realiza en varias fases. Primero se colocan los implantes dentro del hueso (maxilar o mandíbula). Los implantes quedan enterrados en el hueso y cubiertos por la encía durante el tiempo necesario para la oseointegración, entre tres y cinco meses.
La segunda fase del tratamiento consiste en hacer un pequeño ojal en la encía para conectar el implante que se encuentra dentro del hueso con la cavidad oral. Para hacerlo, se atornilla al implante un aditamento de titanio que es el paso intermedio para poder colocar la prótesis definitiva o corona.